Y sí, estoy aquí para retarte, abrirte camino, incomodarte y demostrarte que en nuestro sector estético puedes ser mucho más de lo que nos han contado.
Acabé agotada de estar encerrada entre 4 paredes que eran mi cabina, a pesar de que tratar y tocar pieles era lo que más me apasionaba del mundo. Todo dependía de mi tiempo y de mi mano de obra. Y eso, era asfixiante. Me sentía en una rueda de hámster girando, con agendas interminables, sin tiempo para mi familia ni para autocuidarme.
Hasta que descubrí facialismo y mi negocio y vida cambiaron para siempre. No fue fácil, apenas había formación científica de alto impacto y de mentalidad. Todo lo que en su día deseé y no encontré, es lo que ofrezco día a día en mis clases a mis #futurasfacialistas.
Influencers, marcas piramidales que puede vender tu vecina o tu panadera, grandes superficies, farmacias… todos creando necesidades incoherentes desde edades cada vez más tempranas. ¿El resultado? Rutinas sin mapa, pieles asfixiadas y saturadas de cosmética mal prescrita, propensas a alteraciones.
Todo este ruido mental y este intrusismo profesional solo tiene una solución: Nuestra responsabilidad de especializarnos, formarnos y crecer en expertise.
Porque si no tomamos ahora esta responsabilidad, otros sectores lo harán por nosotras. De hecho, ya lo hacen: Las farmacias facturan más en dermocosmética que en medicamentos y las marcas de maquillaje en grandes superfícies se convierten en laboratorios cosméticos. El sector crece en facturación cada año y ha venido para quedarse como gran protagonista.
Y aquí la pregunta clave: ¿Dónde estamos las facialistas? ¿Dónde estamos las profesionales de la estética comprometidas a ocupar nuestro nicho?
Cada viernes, cápsulas para desmontar tus excusas, sacudirte con verdades incómodas y transformar tu enfoque dermoestético.
Solo para las que se atreven a más
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